jueves, 25 de julio de 2013

Hora pico



En la casa de la mujer pulpo el atardecer es ajetreado. Mientras que suenan Los Beatles, la pulpa va y viene de la cocina al baño. Resulta que el calefón no funciona bien: se apaga a cada rato y si la pulpa se descuida, la bañadera se llena de agua fría y los pulpitos se enfrían y se enferman. Porque es invierno y los chicos necesitan agua caliente para nadar un poco a su gusto, desplegar todos sus brazos y sacarse la mugre, uno de los objetivos más importantes de tanta agua y espuma y calefón. 
Mientras el chorro sale con vapor y mucho ruido, los chicos van arrojando sus juguetes a ese mar doméstico. Pero el calefón se apaga, mamá pulpa lo nota porque ve que el chorro de la bañadera sale sin vapor y tiene que cerrar la canilla otra vez, volver a la cocina, encender de nuevo otro fósforo, girar y apretar la perilla hasta que salga el gas, encender la llama y sostener un rato. Se llama "sistema piloto", la pulpa lo sabe y también sabe que este aparato requieren paciencia, una paciencia que ella no siempre tiene. 
Pero ya está: vuelve al baño, abre la canilla y el chorro sale vaporoso otra vez, y además con ruido, tanto ruido que la música no se escucha en el baño y mamá pulpa tiene que ir al living a subir el volumen. Va y vuelve bailando mientras los chicos ponen juguetes en la bañadera. Y cuando mamá pulpa está frente al espejo del baño, se mira y hace una mueca de sonrisa. Y otra de tristeza. Y después vuelve a sonreír. Entonces se saca el maquillaje mientras tararea: yeah yeah yeah! con mucha fuerza. A la mujer pulpo le gusta mucho cantar al atardecer.
Cuando termina de nutrir su cara con cremas y ungüentos marítimos, la mujer pulpo pone un poco de loción para hacer espuma en el agua. Las burbujas crecen de a poco y acunan a un delfín de plástico, un pato de goma eva y varios hipopótamos lavables. ¡Fiesta marítima! dicen los chicos y se sacan la ropa rapidísimo. Mamá pulpa ayuda: tira de una manga, tira de otra, y de otra, y de otra, y de otra. Los pulpos se zambullen en la bañadera y en ese momento suena el teléfono.

sábado, 20 de julio de 2013

Salto y encuentro


¿Por qué y para qué el Taller a Cuatro Manos?

Repaso mi lista de motivos, -casusas, excusas, ideas-, como quien escribe a partir de un sueño.
Imágenes borrosas que intentan ordenarse (vienen de un mundo sensible, con su particular caos ).

Palabras buscando un hilo que las atreviese para formar un collar de perlas.
Un pretexto o una declaración de principios.

Me pongo las perlas y digo:
  • El Taller a Cuatro Manos es un espacio para compartir, crear y jugar juntos (padres e hijos, abuelas, vale. Tías, también. Vecinos incluso). Y compartir en estos días de ajetreo y agendas completas no es poco. Y muy necesario. 
  • Encontranos grandes y chicos como soñadores y artistas. Iguales. Sin prejuicios ni saberes previos. Sin técnicas aprendidas ni habilidades a demostrar.
  • El taller es un momento para parar el reloj y contarnos  historias, paisajes, personajes y aventuras.
  • ¿Estaban ahí estas palabras? ¿Estaba en mí este paisaje desopilante?
  • Los chicos cuentan. Inventan. Sacan su alma. 
  • Los grandes, también. 
  • Aparecen voces nuevas y diferentes en cada uno. Un narrador oculto que dice piedra libre. 
  • Aparecen líneas y fondos donde estampar colores de la emoción. 
  • Una tarde para saltar sin red, pero de la mano. 
Por todo esto y más, nos volvemos a reunir:

27 de julio. 15 horas. En Río de Janeiro 943.

Todos invitados. 

sábado, 6 de julio de 2013

Taller de fin de junio


El segundo taller a Cuatro Manos tuvo momentos intensos.

Vinieron María y sus dos niños, Mariano y su niña, Pablo y su hija y Laura, con su hijo Agustín.

Los grandes nos zambullimos en una consigna desafiante, onírica esta vez, disparatada y feliz: una invitación al vuelo de las imágenes y las palabras.

Salieron textos alucinantes - los autores son los primeros sorprendidos, siempre-, plenos de   paisajes y situaciones fantásticas. Textos que apuntan a una zona absurda, loca, irracional de la literatura.
Nos divertimos mucho.

Y también hicimos taller: comentamos el modo de encarar la escritura de cada uno, el modo de resolver los distintos problemas/desafíos de la consigna, pulimos cuestiones a pulir en cada trabajo.

Los chicos dibujaron y pintaron mucho. Ilustraron de un modo caprichoso (también) las ocurrencias de padres y madres. Y además jugaron a juegos que inventaron ellos.

Compartimos mates y una charla sobre literatura infantil que alguien propuso y que generó más preguntas, pareceres y comentarios. 

Y nos quedamos con ganas de más: más taller, más juegos compartidos, más libritos para hacer (Pablo y su hija están haciendo un nuevo libro a partir del sábado).

Y por suerte habrá más. A fin de julio. No se lo pierdan.