Repaso mi lista de motivos, -casusas, excusas, ideas-, como quien escribe a partir de un sueño.
Imágenes borrosas que intentan ordenarse (vienen de un mundo sensible, con su particular caos ).
Palabras buscando un hilo que las atreviese para formar un collar de perlas.
Un pretexto o una declaración de principios.
Me pongo las perlas y digo:
- El Taller a Cuatro Manos es un espacio para compartir, crear y jugar juntos (padres e hijos, abuelas, vale. Tías, también. Vecinos incluso). Y compartir en estos días de ajetreo y agendas completas no es poco. Y muy necesario.
- Encontranos grandes y chicos como soñadores y artistas. Iguales. Sin prejuicios ni saberes previos. Sin técnicas aprendidas ni habilidades a demostrar.
- El taller es un momento para parar el reloj y contarnos historias, paisajes, personajes y aventuras.
- ¿Estaban ahí estas palabras? ¿Estaba en mí este paisaje desopilante?
- Los chicos cuentan. Inventan. Sacan su alma.
- Los grandes, también.
- Aparecen voces nuevas y diferentes en cada uno. Un narrador oculto que dice piedra libre.
- Aparecen líneas y fondos donde estampar colores de la emoción.
- Una tarde para saltar sin red, pero de la mano.
27 de julio. 15 horas. En Río de Janeiro 943.
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